No puede decirse mucho del diseño de las vallas de Rodrigo Saldarriga, candidato por segunda vez consecutiva por el Polo Democrático a la Gobernación de Antioquia, pues el concepto gráfico de éstas es prácticamente nulo. Solo se observa una diagramación esquemática en recuadros de la que escasamente puede rescatarse el uso del color amarillo, propio del partido de izquierda colombiano.
Es extraño que un personaje que viene del mundo del teatro y las artes, en el que se reconoce la importancia tanto del fondo como de la forma, muestre tan poco interés en el diseño de su comunicación visual. No es excusa que el trabajo fundamental de la campaña no sea la publicidad pues colocar una valla bien o mal diseñada cuesta casi lo mismo, y en su grupo cercano, si no hay diseñadores, con seguridad hay artistas plásticos.
Sin embargo su foto es interesante. El viento y el sol que golpean su rostro le dan un aire intempestivo que coincide bien con la imagen que proyecta el candidato. La frase: También estamos ¡indignados!, no es del todo clara para el espectador común pero coincide de manera afortunada con el movimiento global de los Indignados que por estos días ocupa las noticias.
«Seré gobernador el día en que el pueblo decida cambiar sus dirigentes aristócratas porque le estorban para su felicidad», dice. De modo que no le interesa captar votantes. Eso le permite presentarse sin prevenciones ni preocupaciones en los debates, con sus posiciones irreverentes, y a veces regañonas, pues no tiene mucho que perder.
Saldarriaga seguramente tampoco ganará la Gobernación esta vez y a lo mejor esa tampoco sea su idea inicial. Seguro piensa que se no se trata de ganar elecciones, de hacer alianzas o de buscar votantes, sino de mantenerse visible y mantener vivo a su partido en el escenario teatral de la política, donde su papel de antagonista se ha vuelto fundamental en estas justas.